Ángel de Quinta

America the ugly

viernes 09 diciembre 2016

 

Olvídate por un momento de ese travelling aéreo sobre los rascacielos de Manhattan. Eso no es América. Olvídate del clarinete abriendo aquella vieja película, olvídate de Gershwin. Y del bar en penumbra en el que Hopper inventó la soledad un día, y de aquel tranvía descarrilando hacia el deseo de Williams, y de William Faulkner tratando de diseccionarse una vez más. Olvídate de Susan Sontag desnudando la verdad, de la mirada gigante de Leibovitz, y de la sopa enlatada de Warhol. Olvídate de Annie Hall y su chaleco de hombre, y de Capra y su caballero sin espada, acuérdate de los caballeros con sus espadas, con sus rifles.

Olvídate de Daphne y Sugar apiñadas con media orquesta de señoritas en el compartimento de un tren a Miami. Olvídate de Sellers persiguiendo su zapato por los canales de aquella ridícula mansión californiana y de Hepburn desayunando perlas falsas frente al escaparate. No existen, son de mentira. De plástico. Olvídate del naranja de los árboles en el campus de Harvard en otoño, recuerda los bosques quemados y vendidos en públicas subastas. Olvídate de Central Park y aquel puente nevado en blanco y negro. Recuerda al blanco y al negro, y sus baños separados.

Olvídate de Bernstein, de los Yets y los Sharks, pero recuerda sus navajas afiladas, aguardan en cada esquina. No se oye el sonido de la trompeta de Armstrong ni el de la voz púrpura profundo de Ella Fitzgerald cuando suenan los himnos anglicanos y el sermón del pastor en el púlpito de madera. Recuerda los himnos que hablan de amar al prójimo, y de cómo lincharlo. Acuérdate del antifaz blanco y la cruz ardiendo, y olvida la letra de America the beautiful, yo ya la he olvidado.

Oh beautiful for spacious skies… no me acuerdo de más. Olvídate del arpa de Capote y recuerda los disparos a sangre fría. Olvida el Hudson river -y el moon river-, piensa en un río de sangre interminable, y en las tierras desnudas de los peregrinos hambrientos, y los indios aniquilados, y las cabelleras cortadas. Olvídate de los pies negros, los cherokee, los sioux, los cheyenne, y de sus plumas de colores, ya casi no queda ninguno. Olvídate del oeste y del este, se acaban de hundir en un océano de fango que está justo en medio.

De la estatua gigante y su antorcha de metal, olvídate de la libertad y recuerda a los senadores persiguiendo a los escritores, quemando brujas en la plaza del tribunal supremo, acallando las terribles amenazas de sus historias de amor.

Olvida el terrorismo y recuerda el terror, que hace más daño. Olvida al astronauta dando pasos de baile sobre la luna y acuérdate del aviador sobre Nagasaki, recuerda Bahía de Cochinos y las cadenas de Guantánamo, el casino en las Vegas y los cientos de dólares volando por los aires. El mundo como una ruleta rusa en la que puedes ganar o morir. Recuerda a los ganadores, de los que pierden allí nadie se acuerda.

Las colas de inmigración, olvídate de los sefarditas, los chicanos, los sicilianos, los griegos, los árabes, los haitianos, los sijs y los dublineses añorando sus muertos y sus puertos lejanos. Olvida las puertas, recuerda los muros.

Donde estaba la Torre de Babel ahora está la Torre Trump con un oro tan falso y tan brillante que ni siquiera lo puedes mirar. Olvídate de San Valentín, recuerda sólo aquella matanza. Y acuérdate del gatillo que acabó con los sueños de Kennedy y Luther King, y del que derribó en su portal al que imaginó un mundo sin nada por lo que matar o morir, recuerda al loco hijo de puta que nos dejó sin canciones aquella mañana de diciembre.

Del mostrador en que despachan el fusil que te volará los sesos en el patio del colegio, acuérdate de los niños aprendiendo a matar en el jardín trasero, de la defensa propia, de la propiedad privada, piensa en la libertad de estar majara y disparar sólo por eso. Olvida la luz eléctrica y el tipo que la inventó, recuerda la silla eléctrica. Recuerda al Tío Sam apuntándote con el dedo, olvídate del Tío Tom y su vieja cabaña, creo que la quemaron. Olvídate de Porgy esperando que vuelva Bess, no va a volver. Recuerda al camello que la volvió loca por culpa de ese polvo maldito.

Olvídate del sueño americano, recuerda las quimeras, las pesadillas al despertar. Piensa en la ambición y en el oro negro salpicando los rostros sedientos de petróleo. Piensa en la ambición, y ponle mayúsculas.

Mantén los ojos un rato frente a la mirada inquisitiva de aquellos granjeros góticos, piensa en el tridente apuntando al cielo de los wasp. Olvida los ojos azules y recuerda los cuellos rojos. Ni Bob Dylan ni Janis Joplin son América hoy. Ya no quedan poetas por allí. Olvida la ciudad de los cien telones rojos, de las noches de estreno, de las puertas de actores. Acuérdate de los teatros convertidos en salas x, en salas de juego, en comederos baratos de todo lo que puedas tragar antes de reventar en mil pedazos.

Recuerda las letras de Hollywood manchadas de óxido sobre la colina de los sueños rotos. No pienses en lo que puede haber más allá del arcoíris.

Y olvida de una vez el camino de baldosas amarillas, no hay una mierda al final de él.

 

 

 

 

 

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Comentarios sobre America the ugly
Por Fernando Solano el viernes 09 diciembre 2016 a las 19:56:57  

Cruel pero real como la vida misma

Por Ángel Luis de Quinta Garrobo el lunes 12 diciembre 2016 a las 08:05:00  

Nada es real y todo lo es, vete a saber. Pero lo que sí te puedo decir es que la mañana que salieron estas palabras de mi cabeza, la América que venero se había evaporado y afloró otra más oscura y amenazante. Un abrazo

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