Ángel de Quinta

Cuando todo esto acabe

viernes 08 mayo 2020

Salta la baranda hasta la casa de los vecinos, de ahí al otro balcón aprovechando la tubería encastrada en la pared se descuelga al piso de abajo, con miedo a caerse desde un sexto pero con la destreza de un Spiderman cualquiera se engancha al andamio del bloque anexo que estaban pintando cuando esto empezó, y así se desliza hasta el nivel siguiente, pero un hueco inesperado entre los tablones le hace perder el equilibrio precipitándose al vacío desde la cuarta planta, a pocos metros de estrellarse contra el suelo nota como una energía inesperada lo eleva de golpe haciéndolo volar por los aires superando en un instante el nivel de su terraza vacía, el de la azotea y en poco más ya estaba cortando las nubes con su cuerpo, ahora desnudo, viéndolo todo desde el cielo, los tejados, las antenas, las torres de las iglesias de una ciudad desierta y silente.

Hacía veintisiete días que no se ponía el despertador, para qué si, total, no había mucho por lo que levantarse temprano, ni tarde, no tenía una razón clara para dejar la cama. Antes de posar el pie en el suelo le llegó la sensación, y retazo a retazo fue cosiendo las imágenes que aún quedaban frescas de un sueño que se rompió en lo mejor, como casi todos los sueños buenos. Volar, siempre lo había deseado, hoy mucho más, ya no quería caminar ni correr sino pegar una pisada con fuerza e impulsarse al infinito como Peter Pan. Volar, y un carajo, con que te dejaran salir a dar un paseo por el barrio ya ibas servido.

Sus compañeros de piso se habían ido con sus familias, aunque le prometieron seguir pagando su parte religiosamente, a ver hasta cuándo. Él decidió quedarse, hacía una semana que habían empezado los ensayos y no quería que le pillara en el pueblo cuando decidieran reanudarlos, aunque cada vez veía más lejano, más incierto ese momento.

Treinta y seis años, el jueves que viene es su cumpleaños. Treinta y seis y ya doce que decidió dejar la carrera e irse a Madrid a estudiar teatro. A la Resad, ni más ni menos, con la ayuda de unos padres que vieron como les quitaban el suelo bajo sus pies la tarde que, a punto de echarse a llorar, les anunció que no podía más, que no quería seguir estudiando el doble grado de derecho y administración de empresas. Cada vez que lo pensaba se le abría una llaga en el estómago, el dinero y el esfuerzo, el apoyo de quienes más lo querían, y ahora, a punto de acabar el niño va y dice que lo que quiere es ser actor. Aún no se permitía pensar en la forma en que encajaron su locura y cómo le ayudaron a dar aquel salto mortal, porque no se acababa de desprender de la pena y la culpa que sólo él se infligía. Recordarlos allí, sentados en el sofá mirándole con cara de no pasa nada, no te preocupes que aquí estamos para lo que sea.

Por fin la oportunidad, la que andaba persiguiendo desde que empezó a trabajar repartiendo pizzas o entregando publicidad para ayudarse con los gastos, poniendo copas, como teleoperador, espera que acaba de salir.

Estaba recogiendo la ropa de un tendedero portátil, con la calma y la dedicación de quien tiene todo el tiempo del mundo. Camisetas, un pantalón de pijama, calcetines, un par de toallas, ropa interior… ojalá pudiera ampliar la imagen que tenía ante sus ojos como se hace con el móvil. Hoy no mira al cielo, sí, ahora acaba de hacerlo, igual cada mañana desde que esto empezó, y ha vuelto a jugar con su melena mientras mira de un lado a otro por si hubiera algo nuevo que ver. No conocía a la tía del balcón de enfrente, aunque llevara viviendo allí casi dos años, nunca reparó en ella hasta que la vida se convirtió en una habitación con vistas al bloque opuesto.

Paseando perros, haciendo de modelo publicitario –hasta curros en porno le llegaron a proponer-, o dependiente en una tienda de discos de segunda mano que por cierto había dejado en cuanto le llegó el golpe de suerte, ese que solo se presenta una vez en la vida. Harto de hacer castings, que si eres perfecto para El secreto de Puente Viejo o para Servir y proteger, hasta a Mujeres, hombres y viceversa se llegó a presentar… cortos por un tubo y videobooks a cascoporro, rayado de escuchar tú lo petas en el cine tío, te veo más en plan pantalla que en teatro… Hasta la polla del estribillo del ya-te-llamaremos de una y otra vez, y otra más, el martillo sobre las sienes machacadas de sus ilusiones moribundas.

La vida es sueño, el nuevo montaje del Matadero, aún le palpita el corazón desde que le citaron para decirle que tenía el papel, que iba a ser Astolfo, aunque el texto no importara mucho porque lo iban a llevar al campo del clown. Tampoco el vestuario porque tenían que ir prácticamente en bolas, cosa que le ayudó a hacerse con el personaje, para algo le sirvió el machaque de crossfit de los últimos meses. ¿Y ahora qué?

El trabajo que le costó concentrarse durante la primera lectura que hicieron, viéndose entre aquella gente, aquellos actores, aquel director, aquella nave petada de ingenio y de ideas. Los nervios pegados a las tripas y la cabeza llevándoselo hasta la alfombra roja de los Max, ¿o en los Max no ponen alfombra roja? Espera que sale otra vez.

Ahora habla por el móvil, debe ser una videollamada porque mira el teléfono y sonríe y posa con la calle vacía de fondo, ¿qué coño vacía? Hoy se ve más gente que otros días. Joder, así no acabamos con esto nunca. ¿Cómo no se había fijado en ella antes?

Ayer al salir a aplaudir se le ocurrió hacer un avioncito de papel con su número de móvil escrito dentro y lanzárselo a su balcón, y no lo pensó así como así, es que era la segunda vez que la chica le sonreía desde la distancia, nada de una sonrisa corriente así en plan cortesía de vecina jodida a vecino jodido, no, qué va, había algo más en esa sonrisa que se prolongaba un par de segundos más de lo que debería considerarse legal caso de que se interpusiera una demanda por malinterpretación de una sonrisa.

Con el perezón que solía darle que llegara ese momento, ahora aguardaba como un perrillo hambriento que dieran las ocho, incluso se peinaba un poco y se aseguraba de no llevar la misma sudadera del día anterior. Un avioncito de papel, qué pelotazo de idea, problema 1: no hacía un avión de papel, ni una pajarita ni un remolino desde que estaba en el colegio y la papiroflexia no era su fuerte, pero siempre podría encontrar un tutorial en internet, no podía ser tan complicado; problema 2, la puntería tampoco era su especialidad y no quería ni pensar que por su culpa o la de una ráfaga inoportuna de aire el volátil fuera desviado de su trayectoria hacia la terraza del vecino de al lado, a saber, un calvo barrigón de entre unos 45 y 50 tacos con un inquietante viso de pelo oscuro aflorando por el cuello de la raída camiseta que, o bien tenía una docena del mismo color o no se la quitaba nunca.

Pero ni ella ni él tenían perro y era difícil calcular cuándo iba a salir a la compra. No vivía sola, una mujer mayor y otra de mediana edad aparecían de vez en cuando en su ángulo de visión. ¿Madre y abuela? Vete a saber.

…y así os saludan señora, como a su reina las balas, los pájaros como a Aurora, las trompetas como a Palas, y las flores como a Flora; porque sois, burlando el día que ya la noche destierra, Aurora, en el alegría, Flora en paz, Palas en guerra, y reina en el alma mía.

Qué cabronazo el Calderón, pero eso no se lo puedo poner en el avioncito joder que voy a tener que armar un Boeing 747, y ahora va y resulta que es experta en literatura y me pilla el plagio en cero coma, qué va, paso, lo del móvil es más fácil y más morboso, pensaba al recordar la primera vez que tuvo que declamar frente a sus colegas el monólogo del príncipe Astolfo en aquella jornada primera, de los ensayos y de la obra.

¿Has memorizado todo el texto? Pues ahora olvídalo y muévete por el escenario como si te impulsaran las palabras, pero no pronuncies ni una. Estaba seguro de que antes era mucho más fácil, tan simple como aprenderse las líneas, sentirlas todo lo que pudieras, fijarse muy bien en las marcas y en la réplica del actor que tuvieras enfrente. Estaba convencido de que en el reparto de la suerte le había tocado lo peor, el peor de los tiempos, el mundo vuelto del revés justo cuando sus dados le sonreían con un doble seis. Ahora no joder, ahora no.

Encima no te quejes, tienes salud, tu gente también, tienes un techo bajo el que dormir, amigos a los que ver, aunque sea por Skype, series que no tenías tiempo de mirar, libros que no encontrabas ocasión de leer. ¿Tú sabes cómo están por ahí? ¿Sabes a cuántos sin techo los están echando de su única casa que es la calle? ¿Cuántos nietos no pueden ir a enterrar a sus abuelos? Tú aquí matándote a pajas y pensando en hacer avioncitos de papel, y todos muertos de miedo por lo que nos está pasando sin importarnos una mierda que en Libia mueran civiles a diario por una guerra de las de verdad que ni sabíamos que existía. Ni Libia ni su guerra, pero ahora todos decimos que estamos en guerra contra un virus, sabremos nosotros lo que es una guerra…

Corrió a llamar a sus abuelos que hacía… un día que no hablaba con ellos, en su vida los había llamado tantas veces como en este último mes. Pensar que les pudiera pasar algo era lo único que le hacía olvidarse de Astolfo, Estrella, Segismundo, del puto teatro del Matadero y de cómo se le estaba escapando su sueño entre los dedos lo mismo que el agua en el fondo de un cestillo. Eso y la chica de enfrente, que ya faltaba menos para las ocho, igual sonaba la flauta y le regalaba otra sonrisa de esas que le hacían volar, como el sueño que tuvo anoche, pero no al cielo sino a su balcón y a sus labios, a su olor y a su tacto, al cielo. Lo menos dos horas hace que no sale la tía.

Otra vuelta al piso, otro tutorial de danza contemporánea, otras cien flexiones, otro wasap, otro más, mirar el móvil de nuevo por si hay noticias y rogar por que lleguen pronto, por que los teatros se vuelvan a abrir y a llenar de gente sin miedo de estar a diez centímetros de separación, de gente que no aplauda más al aire sino a su Astolfo medio en pelotas, imaginar cada una de las cosas que hará cuando todo esto acabe.

Ya es la hora, ha decidido no cometer la gilipollez de tirarle el avioncito, hoy le mandaría la mejor sonrisa que pudo haber aprendido en las clases de interpretación gestual, amable y serena, interesante pero no muy interesada, una mirada de esas que llevaba ensayando delante del espejo desde ni se sabe. Seguro que es una tontería, pero hacía tiempo que no se ponía así de nervioso sin estar subido a un escenario. Ya empiezan, ahí está, le acaba de mirar.

Y así os saludan señora… (aplausos)

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Comentarios sobre Cuando todo esto acabe
Por Luis el viernes 08 mayo 2020 a las 20:15:50  

Gracias. Hay un «pedacito» de mi en este texto. Te quiero muchooooo.

Por Inma Coronilla el sábado 09 mayo 2020 a las 11:21:23  

Magnifico…como todo lo que escribes

Por Raquel el sábado 09 mayo 2020 a las 11:54:00  

¡Me encanta Ángel! ¡Necesito saber qué pasa después! Yo he visto mucho amor en mi bloque y de personas mayores… muy tierno. La gente está muy sola. Sigue escribiendo así porque hay gente que te quiere seguir leyendo. Un abrazo

Por Olga el sábado 09 mayo 2020 a las 13:56:54  

Ángel, muchas gracias por recordarnos en estos momentos que el amor y la búsqueda del otro siempre ganan. Por cierto, para cuándo la novela?

Por Eva M. el domingo 10 mayo 2020 a las 10:01:29  

Querido Angel, la Vida es Sueño, y hay que soñar en grande que sòlo tenemos una, que sepamos… Me encanta leerte, no pares, que tu escritura alimenta el espíritu ??

Por Ángel de Quinta el lunes 11 mayo 2020 a las 10:38:44  

Gracias a todos de corazón. Para alguien que quiere ser escritor y que da pasos tan lentos para conseguirlo, estos empujones son vitales. Agua fresquita en el desierto de la creatividad. Un abrazo grande.

Por Rubén el lunes 11 mayo 2020 a las 20:30:09  

Hola. Una escenificación que por un momento la quise hacer mia. Bueno nuestra de la Carmela y mía. Y a mi hijo como intérprete. Jajaja. Pero no.
Aun así sin ser partícipe de tu obra, me has echo verla escenificada. Muy interesante.
Pero quiero segundas partes.
Una abrazo y cuídate.

Por Rafa el martes 12 mayo 2020 a las 09:39:44  

Bravo, Ángel! Precioso relato. Está hecho un Larra del siglo XXI.

Por Carmen Gragera el martes 12 mayo 2020 a las 13:38:22  

Maravillosa descripción de una realidad de hoy, edulcorada con mucho amor!
Gracias Ángel por hacernos volar durante unos minutos!

Por Carmen Ayala el miércoles 13 mayo 2020 a las 16:16:38  

Ángel que preciosidad!!! Pero que corto. Esa historia no puede terminar ahí!!!!.
Dependemos de ti para tener ratos de belleza absoluta dentro de este día de la marmota!!!!

Por Vicente de Diego el miércoles 13 mayo 2020 a las 17:06:41  

Lo bueno si breve…
Ángel, está muy bien, no sabia que escribías.
Dichosa la rama…

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